El tema del que les hablaré hoy me lo han preguntado mucho últimamente  y es sobre cómo abrir el apetito de un niño. Todos me dicen, “Ana, no logro que mis hijos coman sin tener que rogarles para que lo hagan”. Mi respuesta, lejos de ser una indicación de un nutricionista, que es al primer profesional al que les recomiendo visitar, va más a esas tácticas que como mamás debemos usar, para que se sientan cómodos con la comida. 

¿Qué es bueno para abrir el apetito de un niño?

Partamos por el hecho de que la comida no debería representar un castigo para nadie. Sabemos que hay gustos y preferencias sobre algunos alimentos, que además no son un tema de edad, sino particularidades de cada ser humano. Creo que en este aspecto nos desgastamos más por obligar a nuestros pequeños para que se alimenten, que por permitirles contarnos cómo prefieren hacerlo. Esto, sin decir que debemos inculcarles algunos hábitos de buena alimentación. A lo que voy es, no se trata de una batalla porque ellos se alimenten, se trata de una conversación y de permitir que sus mismas necesidades los inviten a comer. 

Nunca pelees con ellos para que coman

La asociación que tenemos con nuestra comida favorita, tiene mucho con las experiencias que relacionamos frente a ellas. No hay forma de que después de que te obliguen a comer una torta de coliflor, mientras te amenazan si no la terminas, tengas gusto por ese alimento. Así que asociemos los alimentos con las buenas experiencias. 

Compartir en familia

En línea con mi anterior recomendación, abrir el apetito de niños también parte de que, desde los momentos en familia, vean que no es algo que solo hagan ellos, sino que es un momento especial para compartir. Comer por comer es plantearlo como una situación de necesidad corporal. Pero comer porque es el momento en el que papá, mamá y hermanos comparten, le entrega una mejor experiencia, que les aseguro, marca la vida de cualquier pequeño. Que la comida sea el espacio para reír, comentar, escuchar y en general compartir. 

Somos el ejemplo de nuestros padres

Partamos por dar ejemplo. Nuestros hijos observan lo que disfrutamos comer y de qué manera lo hacemos. Trasmitamos esa alegría y tranquilidad al momento de comer. Ellos nos observan y aprenden de nosotros, aun cuando no hay palabras de por medio. 

No chantajes. No premios

Decirle a tu hijo que lo premias por comer, es ratificarle que efectivamente lo que va a hacer no le va a gustar o es algo que requiere de un premio. Como si se tratara de un sacrificio y no de una experiencia que debe vivir. Así que evita premiarlos por comer, pero si esfuérzate porque sea una experiencia diferente. 

Nuevas recetas y preparaciones

Coincidirán conmigo que las recetas y preparaciones varían mucho el sabor de las cosas. Por ejemplo, hacer unos frijoles en nuestro país pareciera algo común. Pero comer unos buenos frijoles no es tan fácil como lo suponemos. Ahí les botaré un tip. Prueben los Frijoles con tocineta de San Jorge, son espectaculares. Más allá de eso, a lo que voy con esto es que el llamado sazón y el modo de preparación, pueden ser la razón por la que tu hijo no le encuentra gusto a algún alimento. Varía, prueba con algún otro ingrediente y sorpréndelo. Puede que a todos en la casa les guste. 

Planea la comida junto a tus hijos

Este ejercicio me ha funcionado muy bien. Tanto Jerónimo como Valentina (mis hijos), se han divertido contándome cuál es su plato favorito y qué día lo quieren. A lo que siempre les respondo que lo haremos, pero a cambio, todos vamos a compartir de uno que me gusta a mí, en donde vinculo algunos vegetales y alimentos que son importantes para su crecimiento. Casi como si se tratara de un juego de conocernos y compartir entre todos. 

Una mezcla de sabores y una mezcla de experiencias

Recuerdo que cuando era pequeña, mis padres me acompañaban las sopas y el plato fuerte con un postre. El queso con bocadillo me encantaba, tanto como le encantan las compotas de San Jorge Má a mis hijos. Así que siempre sabrán que la comida es un combo completo. Un combo que ellos pueden ayudarme a construir. 

No lo olvides, si no sabes qué hacer cuando los niños no quieren comer o quieres aumentar el apetito de tus hijos, lo primero es visitar al nutricionista para que te asegures que no haya un problema más allá del gusto. Pero si no se trata de un problema de alimentación, mi recomendación es que empieces ese proceso por conocerlos, por escucharlos y por probar nuevos sabores y preparaciones. El amor nunca falla y junto a la buena comunicación, es una herramienta de mucho poder. 

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